Es una época llena de incertidumbre y retos al mismo tiempo, la clave es vivir las cosas simples de la vida, vivir el ahora… Mañana es tarde. Me refiero a vivir lo bueno y lo malo, de esto se trata la vida (no esperar el viernes para ser feliz, ser feliz un lunes depende de nosotros). Sin extremos, buscar el equilibrio, día a día. Buscar la plenitud del alma, la paz interior, la libertad espiritual, vivir en un “encuentro” con uno mismo. En mi caso, un beso de mi hijo, un abrazo de mi hija, la conexión absoluta en la cima de un cerro escuchando música, un furioso amanecer salteño, una cerveza con amigos a pleno sol, como para nombrar algunos momentos sublimes (pero simples). ¡Sensación de bienestar! Ser tu verdadero yo y no el yo de los demás (basta de estar pendiente de la mirada del otro). Humildemente creo que cada vez más, se juzga menos. Hay una tendencia a NO juzgar, lo cual hace que seamos un poco más libres.
La autenticidad y la importancia no solo de ser uno mismo, sino de encontrar el sentido a la vida misma. Es muy sano permitirse transitar éstos estados desde la aceptación, integrando en nosotros lo que sea que sintamos. Transitar, tan simple como eso, transitar la vida, nada más fácil… nada más difícil. Seguir al instinto en busca de nuestra mejor versión, buscar el destino ideal (¿habrá? Me pregunto), algunos filósofos dicen que si prestamos atención a los mensajes que nos brindan las coincidencias, haremos que éstas se multipliquen. Entonces vamos a buscar nuestro mejor destino. ¡Y que sea lo que tenga que ser!
Por último, aliento al optimismo para seguir hacia adelante, con la frente en alto, con ánimo y solidaridad, porque esta pandemia se transformó en una ultra y sólo hay una forma de transitarla: día a día, al igual que se hace en un ultratrail: kilómetro a kilómetro y recurriendo a la fortaleza mental, fuente permanente de energía cuando uno la considera agotada.
Revista Indómito… ¡Salvaje como vos!
Yaca Austerlitz