Expedición al coloso de america: Aconcagua

Expedición al coloso de america: Aconcagua

por José Muñoz Granados

José Muñoz Granados, “Jota” para los amigos, es un referente del montañismo salteño y en las siguientes palabras describe la crónica de su ascenso al “Coloso de América”, el mítico Aconcagua (Mendoza). Ese febrero de 2018 que jamás olvidará ya que al alcanzar el “techo de América”, pudo vivir en carne propia lo que es sentirse Indomable.

El cerro Aconcagua, con sus 6962 msnm, es la montaña más alta de América y de Occidente. Forma parte de un circuito denominado “Seven Summits”, que consiste en alcanzar la cumbre más alta de cada continente (se incluye también Norteamérica), por lo que es visitado por numerosos montañistas de todas partes del mundo.

Luego de un intento el año anterior, en donde nos quedamos a 200 metros de desnivel de la cumbre, partimos nuevamente a intentarlo. La expedición del Club Amigos de la Montaña, estaba conformada por Marco Aramayo, José Taritolay, Leonardo Zerpa (Serafín) y quien escribe, que ya era mi tercer intento (también lo visité en el 2014).

Fueron doce días en la montaña, en donde fuimos transitando sus diferentes campamentos. Confluencia a 3200metros, el más visitado por su cercanía a 3 hs de la ruta. Al día siguiente alcanzamos Plaza de Mulas, el campo base, una pequeña ciudad dentro de la Montaña, en donde podés encontrar galerías de arte, domos con cuchetas, bares, duchas, el idioma que más se habla es el inglés, y casi todo se maneja a precio Dólar. Toda una ciudad, en busca de un mismo sueño.

Ahí uno se toma el tiempo para aclimatar y descansar, mientras espera la ventana de buen clima para el ascenso a cumbre. Junto a Marquito, aprovechamos esos días para ascender el Cerro Bonete, de 5 mil metros. Pedimos permiso y protección a la montaña haciendo la “Pachamama”, y luego nos dirigimos hacia los campamentos superiores. Ascendimos Canadá (camp1, 5000 msnm), luego fuimos tras esos atardeceres mágicos en Nido de Cóndores (camp 2, 5500 msnm) donde descansamos un día. Ascendimos a Cólera (camp3, 6000 msnm) para finalmente 5 am, estar partiendo a cumbre.

Sin ningún síntoma de mal de altura, pero con esos 27 grados bajo cero que congelaban todo, fuimos ascendiendo lentamente, el amanecer nos encontró en refugio  Independencia, a 6400 msnm, luego recorrer la hermosa travesía nuevamente hasta llegar al punto que nos quedamos el año pasado… pero esta vez continuar esos metros finales hasta la Cueva, que llegamos a las 10.45 hs. Sabíamos que tanto el horario, el físico y el clima acompañaban, así que nos tomamos un merecido descanso. Ahí veíamos la canaleta, lugar del que tanto nos hablaron y leímos. La transitamos hasta llegar al filo del guanaco, hace rato que la cumbre estaba a la vista, y ahí nos dirigíamos.

 Recorrimos los últimos metros, y si bien ya veníamos con lágrimas hace rato, el ver aparecer esa cumbre, hizo que estallemos en llanto como unos niños, nos fundimos en un abrazo cumbrero los cuatro. ¡Cuatro amigos abrazados en la Cumbre de Aconcagua!

Difícil explicar lo que se siente estar ahí, lugar tantas veces soñado, imaginado, ver ese paisaje, acordarse de todos y cada una de las personas que nos acompañaron desde el primer día. Difícil olvidar aquel domingo 18 de febrero de 2018 a las 14.30 hs. Difícil de olvidar cada instante vivido.

Luego de 50 minutos ahí, y sabiendo que todavía faltaba lo más importante (regresar), emprendimos el descenso disfrutando cada paso para llegar finalmente 18:30hs a la carpa.

Pudimos alcanzar ese sueño, de pisar la cumbre más alta de América, de encontrarnos con esa montaña mágica, del alma, y que tan bien nos trató.

La vida y la montaña son sabias, tienen su tiempo, pero te enseña que tarde o temprano, si uno anhela algo desde lo profundo de su alma, te va a permitir lograrlo, no sin antes aprender todo lo que uno tenía que aprender en el camino, en la senda. 

Gracias Montaña, por enseñarnos tanto, gracias Aconcagua, montaña del Alma, por dejarnos transitarte  y conocerte.

PROXIMOS OBJETIVOS

Aconcagua nos enseñó, que con un buen entrenamiento y planificación,  aquellos sueños que uno tiene, pueden convertirse en proyectos, para finalmente pasar a ser grandes experiencias. Es por eso que junto a Serafín, formamos el CEM (Centro de Entrenamiento para Montaña), en donde profesionales nos entrenan y asesoran para  prepararnos aún mejor para los próximos desafíos. Para este año, algunos de ellos son el Cerro Kilimanjaro (montaña más alta de África), el ascenso de un “siete mil” en la cordillera del Himalaya, el Volcán Llullaillaco (6739 msnm) y numerosos ascensos en nuestra Puna. A largo plazo, también pensar en otros ascensos en Himalaya, y regresar a Aconcagua junto a las personas que entrenan semana a semana junto al C.E.M.

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