Christian Vitry

Christian Vitry

Por Yaca Austerlitz IG @yacaauster

Christian Vitry es un emblema del montañismo, orgullo salteño, desde chico caminó por senderos de cerros y montañas. En su trayectoria deportiva cuenta con más de 160 expediciones de Alta Montaña (alturas superiores a los 5.000 m.s.n.m.), entre las cuales se registran 25 primeras ascensiones, 17 segundas ascensiones, 9 travesías originales de alta montaña, expediciones internacionales a Bolivia, Perú, Chile y Ecuador, habiendo efectuado más de cincuenta ascensiones a montañas superiores a 6.000 metros, incluyendo el Aconcagua y un centenar de expediciones de excursionismo y media montaña (alturas inferiores a los 5.000 m),  travesías por zonas selváticas y desérticas.  En el año 1985, con 19 años de edad, ascendió el Aconcagua en 52 horas partiendo desde Puente del Inca y en 1989 junto a Emilio González Turu realizaron la vía directa de la Pared Sur del Chañi (5.896 m), ruta mixta de casi 1000 metros de desnivel que no se volvió a repetir. En mayo de 2008 fue al Himalaya y logró la cumbre del Monte Dhaulagiri, la séptima montaña más alta del mundo, en estilo liviano y sin uso de oxígeno artificial. 

Es Guía de Montaña en Altitud, titulado por la Asociación Argentina de Guías de Montaña donde es Instructor en los cursos de Guías de Trekking y de Montaña en Altitud. Es buzo profesional nivel 1 “SCUBA DIVER” por la National Association of Underwater Instructors. 

 

¿Cómo empieza esta historia de pasión por el montañismo? 

Desde pequeño, cuando tenía unos siete años que empecé a hacer caminatas en el marco del Club Amigos de la Montaña, donde mi padre era presidente. Él tenía un poco más de 40 años y se apasionó por el montañismo y a esa edad empezó a salir a los cerros. Mi madre también salía a las excursiones del club y yo siempre iba con ella a las caminatas que se organizaban. 

Al haber incorporado estas actividades desde chico, empezaron a formar parte de mi vida cotidiana. Pero el momento crucial e iniciático fue cuando pude hacer mi “bautismo” en la alta montaña (más de 5.000 m), que ocurrió cuando tenía 12 años y ascendí al volcán Tuzgle de 5.500 m. Esa experiencia me marcó de por vida y, desde ese momento, nunca dejé de practicar el deporte. Otro momento importante fue cuando a los 14 años ascendí al Llullaillaco (6.739 m) y pocos meses después al Nevado de Cachi (6.380 m), que son las montañas más altas de la provincia y que hasta el día de hoy se relacionan con mi vida.  

Me di cuenta que tenía un organismo que se adaptaba muy bien a la altura y eso me motivó mucho. Paralelamente, me fui capacitando en técnicas de escalada en roca y en hielo mediante cursos en la Patagonia y en Córdoba, también empecé a hacer salidas a lugares selváticos y travesías combinando diferentes ambientes. 

Podría decir que mi pasión no es sólo con el montañismo, sino fundamentalmente con la naturaleza en todas sus dimensiones; el deporte, en todo caso, te brinda la posibilidad de acceder a esos rincones del planeta que por otros medios no se podría llegar. 

¿Qué significa Salta para vos? ¿Tiene potencial en el montañismo? 

Salta, además de ser mi lugar en el mundo, es como una especie de campamento base, desde donde uno sale hacia las cumbres. Salta te permite estar en la montaña o en la selva en pocas horas, asimismo, se está relativamente cerca de las hermosas cordilleras de Bolivia, Perú y Chile. En pocos minutos de la ciudad ya estás caminando por lugares preciosos y, desde el punto de vista específico del montañismo tiene un tremendo potencial. Todavía hay muchos lugares inexplorados, montañas que no registran ascensos, rutas que no se abrieron o no se volvieron a repetir, travesías y desafíos de todo tipo. 

¿Qué recomendaciones o consejos le darías a aquellos que se están iniciando en el montañismo? 

En primer lugar, que es muy importante iniciarse en el marco de alguna institución, ya sea club o grupo de montaña, donde uno puede aprender los elementos básicos de la actividad, desde saber armar y balancear una mochila, los tipos de carpas, la geografía y los factores climáticos, equipamiento adecuado, primeros auxilios y todo lo que una institución te suele aportar.

Por otra parte, cuando ya se tiene conocimiento de los rudimentos necesarios para salir seguro a las montañas, no dejarse atrapar por el consumismo. Me refiero a que, si no tenes el equipo de tal o cual marca o con determinadas características es imposible salir, eso no es así. A nuestras montañas se puede ir casi con cualquier tipo de ropa, es cuestión de sentido común. Que el equipamiento -que es caro- no sea un impedimento para poder disfrutar de la montaña. 

Finalmente, me gustaría decir que, en esta actividad, cualquier persona y sin límite de edad puede empezar a practicar montañismo, solo es cuestión de decisión, les aseguro que no se arrepentirán. Conozco muchos casos que iniciaron a los 40, 50 y 60 años. Hay un montañista español llamado Carlos Soria, que con 81 años todavía escala y está intentando en estos momentos culminar con el desafío de ascender las 14 montañas más altas del mundo en el Himalaya; un verdadero ejemplo de que la edad no es un impedimento en este deporte. 

Como apasionado de la vida al aire libre ¿cómo viviste la cuarentena? 

Se suele decir que la montaña es una escuela de vida y, una de las cosas que te enseña, es la templanza y la capacidad de resiliencia, la paciencia y la tolerancia a la frustración. Muchas veces uno tiene que quedarse varios días encerrado en una pequeña carpa debido a las tormentas, es un escenario bastante frecuente. A veces, luego de meses de entrenamiento y ahorro para poder hacer una expedición, todo termina en una carpa a pocos metros de la cumbre y sin posibilidades de salir, sólo queda esperar a que pase la tempestad y bajar. En este sentido la cuarentena no me afectó, claro que uno extraña la libertad de poder salir cuando y donde quiera. Toda tormenta pasa y cuando el cielo esté celeste saldremos nuevamente y disfrutaremos mucho más que lo habitual.

Hacer cumbre tiene sus riesgos y peligros ¿le tenés miedo a la muerte? 

Siempre me gusta decir que el montañismo, al igual que otros, es un deporte de riesgo. Sin embargo, hay una brecha muy grande entre eso e ir a arriesgarse. Uno se arriesga cuando no se entrena lo suficiente, cuando se propone un objetivo por arriba de las capacidades físicas o técnicas, cuando subestima a la montaña o se sobreestima sin ser objetivo, cuando no tenés un equipamiento adecuado para el tipo de desafío y muchos ejemplos más que marcan la diferencia entre el riesgo real y el arriesgarse.  

Cuando uno llega a practicar este deporte a niveles más extremos, en cierta forma coquetea con la muerte, pero no la desea para nada, todo lo contrario, se vive más intensamente, ya que sabe que un mínimo error te puede costar la vida. Esa adrenalina, donde uno sabe que tu vida depende de cada paso, movimiento o decisión. Eso te lleva a un punto de tremendo compromiso para con la vida y la muerte. No le tengo miedo a la muerte, me gustaría vivir mucho para seguir disfrutando de los afectos y las montañas. El momento llegará cuando tenga que ser y, si pudiera elegir, no me gustaría que fuera atropellado por un colectivo en la ciudad o algo por el estilo. 

¿Sos de salir sólo a la montaña? ¿Cuál es el límite? 

Muchas veces terminé haciendo ascensos en solitario, debido a que mis compañeros no pudieron seguir, pero nunca fui solo a la montaña, no me gusta. Pienso que es un hermoso lugar para compartir y siempre lo viví y sentí de esa manera. Respeto a quienes toman el desafío de ir solos, pero a mí no me aporta nada eso. Me gusta mucho, luego de un tiempo, reunirme y recordar con compañeros de expedición las anécdotas, los paisajes, los atardeceres, los cielos estrellados y todos esos momentos que la vida te regala en los marcos naturales. El límite se lo fija cada uno y se debe hacer cargo de ello. 

¿El montañismo es una forma de vida para vos? 

Si, totalmente. Desde hace más de cuarenta años que me dedico al montañismo y al principio era solo deporte, tratar de marcar algún récord, ir más rápido, escalar mejor, abrir vías técnicas y actividades por el estilo.  

Con el transcurrir de los años mis inquietudes fueron diversificándose y se me abrió un panorama mucho más amplio y rico que tiene que ver con el sólo hecho de llevar el cuerpo donde mis sueños le indicaban, que no es poco. Esas montañas resultaron ser altares prehispánicos, tenían historias para contar, estaban dentro de una trama narrativa cultural que me apasionó hace muchos años y todavía lo hace. Pude entonces, vincular mi profesión de arqueólogo con el montañismo y el trekking, uniendo pasiones, la vida me dio la oportunidad de trabajar desde cero en dos proyectos maravillosos, primero la creación del Museo de Arqueología de Alta Montaña y luego, la postulación del camino del Inca como Patrimonio Mundial a través de lo que se conoce como Qhapaq Ñan – Sistema Vial Andino, donde sigo trabajando, investigando y explorando montañas y caminos, como lo hice toda mi vida. 

¿Cuánto tiempo te lleva preparar una expedición? 

Depende de muchos factores, cuando uno tiene experiencia los tiempos se acortan, sin embargo, hay expediciones como las del Himalaya que llevan varios meses de preparación tanto física como logística. Hay que tener mucha cautela al preparar una expedición porque el olvido de algo puede ser determinante para el logro de los objetivos. Se debe tener en cuenta que cuando uno sale a la montaña, tiene que llevar todo lo necesario en su mochila y en esto hay que ser literal, solo lo necesario. Las cosas que se llevan de más no sirven y debés cargarlas en tu espalda. Por eso es importante tomarse el tiempo necesario para la preparación de una expedición. 

¿Cuándo no das más y estás cerca de la cumbre, qué te inspira para sacar ese plus? 

Posiblemente el camino recorrido para llegar hasta ese punto, el balance y perspectiva de todo ese sueño, desde el momento en que te sentaste en un bar y empezaste a soñar y a planificar junto a tus compañeros la aventura. Son momentos muy críticos, muchas veces el cansancio es extremo y uno está tentado a desistir, pero cuando antepone el sueño o motivo por el cual está allí, salen fuerzas de donde uno no se imagina, finalmente, una vez que estás en la cumbre y fundamentalmente abajo, el disfrute es tremendo, valió la pena todo el sacrificio. 

¿De todas las vivencias que has pasado en una montaña, cuál fue tu peor experiencia? 

A los 15 años fui al Aconcagua, allí tuvimos un accidente con mi compañero de cordada, Eduardo López Novillo, y rodamos por el glaciar de los Polacos unos 400 metros donde él perdió la vida. Luego de esta dura experiencia había decidido dejar el montañismo, sin embargo, seis meses después estaba nuevamente en actividad, pues mi amor y pasión por las montañas eran superiores. Haber vivenciado lo peor que te puede pasar en esta actividad a tan temprana edad, me hizo reflexionar y tomar conciencia sobre nuestra fragilidad y, desde ese momento, abracé el montañismo con mucha responsabilidad, compromiso y amor, lo cual se traduce en entrenar sistemáticamente, alimentándose bien y requiere estudiar profundamente todo lo relacionado a cada lugar donde uno planifica ir. 

Veintisiete años después de aquella triste experiencia, la vida y las circunstancias me enfrentaron a otra situación dramática. Esta vez en el Himalaya, luego de escalar el Monte Dhaulagiri (8.167 m), mi compañero Darío Bracali decidió intentar la cumbre solo y, lamentablemente, no regresó nunca. Durante el difícil descenso en solitario, tuve una caída y perdí parte del equipo vital (gorro, guantes, linterna), pasé una noche a la intemperie a más de 7.000 metros y mi integridad estuvo en riesgo. Nuevamente la vida me ponía en una situación difícil, incómoda, amarga. En esta ocasión, a diferencia del primer accidente -del cual poco pude exteriorizar y no me hizo nada bien-, decidí sacar afuera todo lo que sentía y había vivenciado, surgió así la publicación del libro “Dhaulagiri” de editorial Palloni, también ofrecí charlas, conferencias, artículos en revistas, entrevistas y finalmente una película. Todo esto fue catártico y muy positivo para poder sobrellevar el dolor de la pérdida de un amigo. 

Después de una gran expedición, ¿cómo es el momento al llegar a tu casa? 

En el montañismo solemos decir que la expedición a una montaña termina cuando llegas a la casa, y así es. A mí me produce una doble y contradictoria sensación, por un lado, la alegría de ver a tus seres queridos y compartir con ellos las vivencias; pero, por otro lado, necesito algunos días de aclimatación a la ciudad, pues me siento aturdido con la gente, el movimiento y el ruido. Los primeros dos días son muy críticos. 

¿Qué nos podés contar de tu documental? 

En 2008 organizamos una expedición al Himalaya, al Monte Dhaulagiri, que es la séptima montaña más alta del mundo; entonces la idea era hacer un documental que reflejara, por una parte, el estilo deportivo de autosuficiencia del proyecto, totalmente fuera del contexto de expediciones comerciales; por otra parte, aprovechando mi formación como antropólogo, realizar una comparación cultural entre los grupos humanos de los Andes e Himalaya.  

Esta expedición tuvo los dos componentes extremos que te pueden suceder, el triunfo de la cumbre y la muerte de un compañero. Tras el regreso del Himalaya ninguno estaba de ánimo para hacer ninguna película. Pasaron 6 años y empezó a pesar más el no hacerla que el concretarla. Había 25 horas de filmación en alta calidad, entonces, Guillermo Glass, nuestro compañero y responsable de las filmaciones, nos propuso hacer la película como homenaje a Darío. Trabajamos durante dos años y finalmente salió a la luz. Para nosotros fue cerrar un ciclo importante en nuestras vidas y era el objetivo principal de la misma, sin embargo, por oficio, la película fue presentada en festivales de cine de montaña y, al cabo de un año había cosechado 13 premios internacionales en todo el mundo, habiendo sido traducida a varios idiomas. Una experiencia maravillosa. Creo que cuando las cosas salen del corazón, llegan necesariamente al corazón, eso pasó con la película “Dhaulagiri. Ascenso a la montaña Blanca”. 

¿Alguna vez te pusiste a pensar a cuántas personas le cambiaste la vida a través del deporte? 

Interesante pregunta. Numéricamente no tengo idea, pero si sé que de una forma u otra la actividad que uno realiza inspira a otros, y claro, les puede cambiar la vida. Constantemente me cruzo con personas que agradecen alguna excursión de la que participaron, charla a la que asistieron, artículo o película que vieron y la manera en que eso influyó en sus vidas. Nuestra sociedad necesita de personas que inspiren, de esa manera la cadena no se corta. Uno también se inspiró en otros y tuvo modelos a seguir, eso es muy importante para todos los deportes y ámbitos de la vida. 

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