Por Charly Tacacho – IG @charlytacacho
Desde chicos hemos estudiado que desde los albores de la civilización humana los ejércitos, legiones o grupos debían trasladarse enormes distancias para colonizar o conquistar territorios, para cazar o no ser cazados, para huir o esconderse, entre otras actividades que obligaban al humano a correr, marchar o caminar muchas millas al día.
Estamos preparados genéticamente para movernos, sin importar el impacto en el suelo, el clima o la vestimenta. Nuestro cuerpo ha evolucionado para moverse y está más preparado para soportar el dolor físico que un sufrimiento o dolor psicológico. Así lo demuestra uno de los Imperios más grandes que existió en el mundo y uno de los que mayor territorio conquisto a lo largo de su historia, el Imperio Romano.

Escipión el Africano o Publio Cornelio Escipión Africano
Este comandante (en latín, Publius Cornelius Scipio Africanus; Roma, 20 de junio de 236 a. C.-Liternum, Campania, 3 de diciembre de 183 a. C.) también fue un general y político romano, nombrado cónsul en los años 205 a. C. y 194 a. C. Comenzó su carrera militar a inicios de la segunda guerra púnica el 218 a. C.; según algunas fuentes, fue uno de los comandantes que lograron sobrevivir de la batalla de Cannas en el 216 a. C.
En el curso de la Segunda Guerra Púnica, la península ibérica se convirtió en un escenario fundamental de la contienda, y uno de sus hitos principales fue la toma por el general Escipión, en el año 209 a. C., de la ciudad de Carthago Nova (actual Cartagena, España), que hasta entonces había sido cabeza del esfuerzo cartaginés en la península. Su conquista supuso un gran revés para Cartago y facilitó la expulsión de los púnicos de Hispania. El itinerario seguido por Escipión en su marcha fue desde Tarraco (Tarragona), por entonces base militar romana, hasta Carthago Nova, para ponerle sitio.
El itinerario seguido por Escipión en su marcha fue desde Tarraco (Tarragona), por entonces base militar romana, hasta Carthago Nova, para ponerle sitio (v. Un episodio clave en la historia de Cartagena: su conquista por Publio Cornelio Escipión).
La distancia entre ambos puntos es de unos 480 km, y los historiadores Polibio y Tito Livio afirman que la marcha duró siete días (Pol. X.9.7; Liv. XXVI.42.6). Pero esto ha sido tradicionalmente objeto de controversia, habiendo quien da esa cifra por espuria o exagerada, considerando imposible realizar en tan breve tiempo el traslado de un ejército a lo largo de tan gran distancia. Pero como veremos más adelante, con sus entrenamientos y formas de moverse no resulta tan imposible que pudieran recorrer 68km por día un ejército o legión Romana en marcha.

Marcha de las Legiones Romanas
Las legiones Romanas Podían hacer 35–50 km al día en caso de necesidad, para eso entrenaban prácticamente a diario:
“el doctor en historia Philip Matyszakafirma que las marchas eran «una de las primeras cosas que un recluta aprendía». Wilkes coincide y añade que eran de suma importancia «para los reclutas como para los soldados antiguos».
En palabras de Matyszak (que describe los ejercicios que se desarrollaron durante los primeros siglos del Imperio) las marchas de los reclutas eran progresivas y se llevaban a cabo alrededor del campamento. «Una vez que un pelotón demuestra ser capaz de andar 30 kilómetros en cinco horas, es el momento de probar los 60 en doce horas», explica. Cuando lo lograban volvían a los 30 kilómetros, aunque cargados con la armadura completa. «Incluso después de completar su instrucción y de ser destinado a un campamento fijo, el legionario deberá acometer frecuentes y agotadoras marchas de entrenamiento», añade el autor. Wilkes añade que, cada tres meses, novatos y veteranos llevaban a cabo largas caminatas portando un peso de hasta 30 kilos, el equivalente a un saco lleno de carbón. «Esto se hacía así porque, en caso de peligro, era probable que tuvieran que recorrer más de 38 kilómetros en un solo día, y además construir un campamento al caer la noche, por lo que era sumamente importante que todos estuvieran bien entrenados y en forma», añade.” (v. Los secretos del entrenamiento que convirtió a los legionarios romanos en máquinas de matar.)
Cayo Julio César
Cayo o Gayo Julio César (en latín: Gaius Iulius Caesar; 12 o 13 de julio de 100 a. C.-15 de marzo de 44 a. C.) fue un político y militar romano del siglo I a. C. miembro de los patricios Julios Césares que alcanzó las más altas magistraturas del Estado romano y dominó la política de la República tras vencer en la guerra civil que le enfrentó al sector más conservador del Senado.
Fue precisamente este Emperador Romano quien supo sacar el mayor provecho a la evolución y entrenamiento del ejército y llevó a las legiones a una de sus etapas de mayor esplendor, siendo las que lucharon de forma más dura en la historia de Roma.
Regularmente las legiones eran capaces de recorrer en un día más de 30km. cargando los bagajes, y llegaban a recorrer distancias de hasta 50km como mencionamos. Luego asumiría el Emperador Augusto que controlaba 60 legiones con alrededor de 150.000 legionarios, reforzados por 180.000 soldados auxiliares, en uno de los ejércitos más grandes de la historia.

Montaje del campamento
La construcción del campamento completo (fossa, agger, vallum, caminos, puertas, etc.) no era obligatoria todos los días a menos que estuviera en territorio enemigo. Sin embargo, incluso las legiones que realizaban la guarnición de la ciudad tenían el mandato de realizar al menos una marcha forzada por mes y construir un campamento después de completar una marcha de 20 millas romanas (30 km).
La marcha de 20 millas se completó en 5 o 6 horas y se suponía que la construcción del campo estaría terminada en 3 horas. El campamento iba a ser desmontado cuando la legión estuviera lista para partir.
Costumbres de la marcha romana
Durante la marcha los soldados solían llevar sus escudos colgados del hombro izquierdo, mientras que en sus hombros derechos llevaban colgados sus cascos. Así mismo, los legionarios solían utilizar un tipo de vestimenta de origen griego denominada abolla (plural abollae). Esta era una prenda de vestir cómoda y holgada. A través de Nonio Marcelo en sus escritos sobre Varrón, sabemos que la abolla era considerada como una vestis militares, y por lo tanto no se podía utilizar con la toga. Una prenda similar a la abolla era el sagulum un capote que se abrochaba sobre el hombro derecho dejando libre el brazo del mismo lado para poder blandir la espada en caso de ser necesario.
Las caligae
Otro elemento fundamental de la marcha de campaña era el calzado. Los legionarios romanos vestían unas sandalias denominadas caligae tanto en batalla como durante la marcha. Estas sandalias se ajustaban al pie por completo, y su construcción era sólida y durable. Las mismas ofrecían un nivel de confort y durabilidad óptimos, lo cual permitía al legionario marchar durante continuamente sin dañar sus pies. La suela de las caligae tenía tachuelas, las cuales, con el uso, se desgastaban rápidamente. Debido a dicho desgaste los legionarios recibían reposiciones regulares de tachuelas. Tácito en su obra Historias (III, 50) hace mención de un donativo denominado clavarium el cual era recibido por las tropas en campaña y hacía referencia a dichas tachuelas.

Las millas
Los ejércitos romanos calculaban las distancias recorridas durante la marcha en millas, las cuales representaban, en promedio, mil pasos (de allí el nombre). Cada mil pasos el asistente del jefe de la legión o uno de los centuriones, clavaba un palo en la tierra el cual representaba un hito.
Con el paso del tiempo, y sobre todo tras los cambios introducidos por Agripa, la manera de marcar millas fue estandarizándose
La alimentación durante la marcha
Durante la campaña los legionarios romanos solían tener dos comidas: el prandium (similar a un desayuno) y la cena (el nombre en latín es indicativo). Durante la marcha estas comidas consistían en su gran mayoría en trigo distribuido a los contubernios. Este trigo era por lo general preparado a manera de pan, y si se debía marchar grandes distancias era cocinado en galletas duras (similares a una galleta marinera). Además del trigo los legionarios podían recibir, dependiendo del aprovisionamiento de la legión, otros tipos de granos, aceite de oliva, raciones de carne de cerdo preservada en sal, lentejas, sal, o queso.
Cuando la legión se encontraba acampando en territorios aliados era común enviar grupos de cazadores a las cercanías del campamento para así proveerse de carne. Este no era el caso durante la marcha o cuando se acampaba en territorio enemigo, donde la posibilidad de sufrir emboscadas era alta. (v. La marcha de los ejércitos romanos, el agmen).
Conclusión
Como hemos visto un soldado, una legión y un ejército fuerte se construye a base de entrenamiento, alimentación, descanso y una buena motivación. También se debe entender que en sus entrenamientos utilizaban armas de madera mucho más pesadas que las de metal para mejorar su fuerza y musculatura.
Un ejército que evolucionó durante XV siglos con estrategias de entrenos, nutrición, nuevas armas y tolerancia al dolor y la fatiga para convertirse en verdaderas máquinas de conquista. Y es así es como debemos ver al deporte del Ultra Trail, como un verdadero deporte para personas fuertes y resistentes, sin miedos ni dolores.