Sofía Cantilo, Ultra Mujer

Sofía Cantilo, Ultra Mujer

Por Tano Isola – IG @tano_isola

Te presentamos a la mejor corredora de ultra trail del país, Sofía Cantilo: fumaba un atado de cigarrillos al día. Participó en una competencia de 10K y no paró.

Contanos un poco sobre tu vida: dónde naciste, tu familia…

Nacida y criada en la Ciudad de la Furia, Buenos Aires. Soy la menor de cuatro hermanos, con una diferencia de quince, diecisiete y dieciocho años con ellos, única mujer, la luz de la vida de mi padre.

¿Cuáles fueron tus inicios como corredora? ¿Cuándo y por qué?

Empecé a correr cuando dejé de fumar, a fines del 2005. Iba a un gimnasio y hacía la entrada en calor caminando en una cinta y el profesor un día me hizo correr. La verdad es que no me daban las piernas, ni el aire ni nada, pero bueno, trotaba unos segundos y caminaba. Un día troté los veinte minutos que disponía de la cinta y de ahí pasé directo a anotarme en un 10k. Cuando corrí en la calle por primera vez, no hubo vuelta atrás.

¿Te acordás de tu primera carrera?

Mi primera carrera fue un 10k de Nike que era muy popular en aquel momento, con unos 15.000 participantes y me enamoré del running. Esa sensación de ir corriendo con tanta gente, todos tirando para el mismo lado, ni River ni Boca, ni de izquierda ni de derecha, ni peronistas ni antiperonistas, me pareció increíble tanta gente tirando junta para el mismo lugar. Me encantó, me llené de energía. También me di cuenta de que es un deporte muy inclusivo, donde el primero larga con el último. Eso nopasa en ningún lado.

Vayamos a la Ultra Distancia, ¿cuál fue tu primer objetivo y qué te llevó a encarar ese tipo de desafíos?

El primer Ultra fue The North Face Endurance Challenge, Final Championship, en San Francisco, USA. Quería correr esas distancias desde que me enteré que existía el Q50, que son 80 kilómetros, aunque honestamente me parecía un divague que existiera eso. Sabía que existían las carreras de expedición, pero esto era otra cosa. Se lo planteé a mi entrenador, Marcelo Perotti, que me sacó «volando» y me dijo que tenía que correr más carreras del tipo K42, más El Cruce, y después de eso hablábamos. En esas carreras venía muy bien, con podios incluidos, y seguramente podría con esos 80k, pero, si quería ser corredora toda la vida, apurarse no era el camino. Seguí corriendo carreras y seguí sumando kilómetros como él me decía, hasta que me mostró esa carrera en San Francisco, pero era al año siguiente, por lo que se aseguró casi otro año para que nos preparáramos bien.

Me llevó a correr Ultras. Esto de buscar más, ver hasta dónde puede llegar mi cuerpo y, sobre todo, hasta dónde puede llegar mi cabeza creo que es un entrenamiento para la vida, más que para cualquier otra cosa. Te endurece para la vida.

Vivís en Buenos Aires, una ciudad muy plana. ¿Cómo lográs las condiciones que necesitás para entrenar física y mentalmente y luego competir en la montaña?

Me parece que es más fácil entrenar la mente en un lugar «horrible» como es Buenos Aires, que es una ciudad divina, pero a los que nos gusta la montaña vivir en cualquier ciudad nos parece horrible. Aun así, sirve para entrenar la mente. Hacer un circuito con muchas repeticiones y vueltas es muy tedioso, pero termina sirviendo a nivel mental. Cualquiera se mete cuatro horas en la montaña, pero cuatro horas en el Rosedal te la regalo.

Para ganar fuerza se ejercita en un gimnasio o trabajando algunas series en cuestas, lo más difícil es aprender a manejarse en terrenos técnicos. Algunos nacen con una destreza natural para eso, no es mi caso, así que no poder entrenarlos me mata…, las bajadas, por ejemplo.

Fuiste parte de la Selección Argentina de Ultra Trail Running. Contanos esa experiencia.

Fui parte de la Selección Argentina de Ultra en dos oportunidades. La primera vez lo viví con mucho dolor, porque coincidió con la muerte de mi padre, un momento y un período muy oscuro en mi vida, fue raro. La segunda vez me encantó, fue un orgullo sentir la camiseta argentina. Cada vez que voy a competir por el país la uso, porque más allá de lo bueno y lo malo, amo la Argentina y sé separar lo que es mi país de los dirigentes. Ahora tengo la suerte de formar parte de la Asociación Argentina de Ultra para devolverle a este deporte lo que tanto, pero tanto, me dio.

Sos mamá de dos hijos, ¿cómo encaja ese rol con el alto rendimiento?

Ser madre es un entrenamiento para correr Ultras, así como correr Ultras es un entrenamiento para la vida, porque siendo madre aprendés a seguir adelante sin dormir o sin tener ganas. Aprendés que todos los planes se «descuajeringan» todo el tiempo, que nunca vas a hacer lo que querés porque van a aparecer tus hijos. Que podés plantear y planificar todo, pero después les pasa algo a ellos y todo se da vuelta. La montaña es igual, vos podés planificar todo de una determinada forma y de golpe baja una nube y quedás varada 18 horas arriba, y qué se yo, arreglate.

Participaste en lo que muchos llaman “las nuevas 100 millas”, en referencia a lo que significa el desafío de correr el doble de distancia y aún más: 200 millas (320 km) . ¿Cómo encaraste esos objetivos?

Las 200 millas son mi vida y yo creo firmemente en esa frase que son «las nuevas 100». Antes 100 millas era el objetivo inalcanzable y ahora me parecen accesibles, por lo que vamos por 200 y ¿por qué no por 300? Quiero hacer la Triple Corona porque es mi sueño (Nota: Big Foot 200, Tahoe 200 y Moab 240) y hasta que no lo haga no voy a parar, pero después me gustaría correr California Untamed, que son 550 km. Es ir corriendo un poco el límite, es ir viendo cuánto podemos dar.

¿Cómo te llevás con la idea de ser referente de muchos corredores, sobre todo de mujeres? ¿Qué creés que les transmitís?

No sé si soy referente o qué, pero la gente se identifica conmigo porque tengo una vida más normal en comparación a otros corredores de elite. A mí, me ven sentándome en un bar a tomar un trago, me ven con mis hijos o saliendo con mis amigos, me ven comiendo una hamburguesa con papas fritas y poniéndole mayonesa a todo. En un punto, creo que soy un poco más cercana en ese sentido, de hecho no me van a ver vestida como corredora todo el día, algo que hago únicamente para correr, y eso genera más empatía con la gente.

Y justamente en referencia a esto último, trabajás en Salta codo a codo con las chicas de Berkana organizadoras de un Trail Camp femenino. ¿Qué significa para vos?

Hacer cosas con las chicas de Berkana es increíble. Me encanta el proyecto que tienen, porque a mí me encantan los Camps de entrenamiento. Es algo que todos los corredores deberían experimentar ya que no tienen nada que ver con una carrera. La vas a pasar «bomba», vas a aprender un montón y compartís y vivís el Trail Running desde otro lugar. Tuve la suerte de ir a un montón de Camps, pero el que organizan las chicas de Berkana me voló la cabeza en cuanto a que ninguna de ellas es pro en el tema del Running y, sin embargo, organizan algo que toda mujer disfruta: súper cuidado, con un montón de actividades, un montón de talleres, workshops, mucho conocimiento, mucha información y hermoso senderos y recorridos. Hay mucha conexión entre las participantes, porque a veces tenés de todo, pero si no hacés un trabajo entretejiendo a las participantes, hay muchas que quedan afuera, y a mí lo que me gusta de correr es el hecho de poder conectar con otros corredores, y ahí las chicas armaron algo perfecto.

Después de un 2020 fuera de serie, ¿lograste plantear objetivos de competencia para este año?

En el 2021 me gustaría hacer la Triple Corona, objetivo que era para 2020 y no pude hacer. Tengo que volver a organizar la cuestión del apoyo de empresas, me gustaría hacer un documental sobre eso. También tengo un proyecto muy lindo en Salta, con Nati Suppa y las chicas de Berkana, algo solidario, que me da mucha ilusión y ganas de hacer.

Despedite como quieras.

Me despido agradeciendo la entrevista, a toda la gente de Indómito, a toda la gente de Salta que siempre me recibe de manera tan linda y agradeciendo al Trail Runnining por todo lo que me dio y me sigue dando día a día.

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