Por Elisa García. IG @elisagarciacrisol
Han pasado más de 7 meses y sin embargo cuando a mi cabeza vuelven esos recuerdos únicos de largada en Ultra Pirineu, mi alma se emociona y mi cuerpo experimenta las mismas sensaciones, como si las estuviera viviendo en este momento…
Claro que alguno podría pensar que se trata simplemente de una largada más. Es cierto, lo es, pero cuando se ha recorrido un largo camino para estar allí esos momentos se convierten en la recompensa más esperada (sea cual sea el resultado final), así que esta no era precisamente una carrera más…
Rodeada de enormes atletas, algunos de ellos los mejores del mundo como Dimitry Mityaev, Jordi Gamito, Mónica Comas y Ekaterina Mityaeva, logré por un momento ser consciente de la gran experiencia que estaba por vivir.
El “Depa” anuncia la largada, la banda sonora del Último Mohicano comienza a escucharse, y con los ojos empapados y la piel de gallina le doy gracias a mi vieja por haberme llevado hasta ahí. Que la aventura comience…
Para los que no conocen mucho esta carrera, la Salomon Ultra Pirineu transcurre dentro del Parque Nacional Cadí Moixeró (Cataluña, España), un lugar imponente con montañas pedregosas, pinos y ríos. Durante todo el trayecto no dejas de ver animales. Sobre todo vacas, que en mi caso pasar al lado de ellas era todo un desafío mental. No tengo certeza de por qué les tengo pánico, pero los que corren conmigo saben de esta desgracia.
Fue la única vez donde escuchar el ruido de sus cencerros me alegro tanto en mi vida! En esos momentos sacaba de mi, más fuerza para seguir adelante, claro que lo hacía por instinto de huida, pero a veces tenía suerte y el ruido provenía de los catalanes que te esperaban en los puestos de control PARA DARTE ÁNIMOS. Así que fuera cualquiera de las dos situaciones, moverse era la única opción.

Para mí, en lo deportivo fue una carrera perfecta, no tuve ninguna molestia ni física ni estomacal, ni de bajones mentales. Creo que todo el tiempo que le dedique al entrenamiento dio sus frutos y ese día todo funcionó. Disfrutaba de los paisajes a cada km, chequeando a cada paso sentir mi cuerpo en las mejores condiciones. No quería que el entusiasmo de poder ir más rápido me hiciera pagar las consecuencias después.
A medida que las horas transcurrían, escuchaba a los corredores catalanes experimentados decir una frase que la repetían una y otra vez: «Si prems ara ho penjarà Després» (si aprietas ahora, lo pagaras después». Primero pensé: ¡que exageración! Y luego cuando los kilómetros se fueron acumulando, di gracias de no haber sacado mi lado testarudo a relucir. Realmente tenían razón. Gracias a esto es que pude disfrutar la carrera de principio a fin.
Siempre cuando corro, me pongo algún objetivo mental y en esta carrera había decidido dividirla en varias y cada vez que cumplía una de ellas era una carrera ganada. Mi gran objetivo era llegar a Gósol en el kilómetro 62 y tener mi bolsa de vida y así lo hice. Nunca disfruté tanto un plato caliente, unas medias secas y la sonrisa de los demás corredores como lo hice en es PC.
Me quedaban por delante más de 30 kilómetros, pero mi energía estaba renovada, aún sabiendo que todavía tenía que subir el St Jordi. Un monstruo que te espera en los últimos km, donde tus piernas ya pesan más de lo normal y que, para llegar a su cumbre, hay que tenerlas y de sobra.
Claro que el cansancio nos llega y nos llega a todos y en mi caso fue en el kilómetro 75. Fue en ese momento que tuve la suerte de encontrarme con Claudio Texeira, un portugués con el que terminaríamos la carrera juntos y que su experiencia y gran tenacidad me ayudó a cruzar esa meta de llegada luego de 94 km y 6200 m positivos. Fueron 19 hs de una vivencia maravillosa.
Dicen que los sueños se viven cuando los imaginamos, cuando los cumplimos y cuando los volvemos a recordar. Y hoy, recordando y pensando en estos momentos tan particulares que estamos viviendo, me siento bendecida por tener esos recuerdos en mi memoria y si de algo estoy segura es que a esos senderos los voy a volver a recorrer… No puedo dejar de agradecer a los que fueron mis compañeros de entrenamientos que siempre estaban dispuestos a acompañarme: José Zerda, Juan Paris, Carlos Espinosa, Pancho Gutiérrez y un gracias aparte a mi gran team KAS, que sin ellos, esto hubiera sido imposible. ¡Su energía me acompañó en cada paso!
